Pablo Arosemena Marriott

Ecuador no aguanta paro – por Pablo Arosemena Marriott

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Quienes amenazan con volver a paralizar el país se justifican en un relato de piernas cortas. Dicen que mantener el subsidio a los combustibles sería necesario para evitar un incremento de precios en los productos básicos para la supervivencia de los más pobres. Sin embargo, los datos dejan sin piernas a ese relato.

Primero: la eliminación gradual de los subsidios NO ha incrementado los precios. Como evidencia tuvimos deflación desde que inició el sistema de bandas, según cifras del INEC.

En julio pasado, aunque el precio del diésel premium y diésel 2 subió de $1.52 a $1.56, los precios de la canasta de alimentos no subieron, sino que cayeron, ¡5 meses consecutivos!

Más específicamente, de 106 productos del grupo de alimentos que monitorea el INEC, 68 han registrado una caída en sus precios en julio. Algunos ejemplos: cebolla blanca cayó 32% interanual, la remolacha cayó 24% y el arroz cayó 8%.

Segundo: el impacto en precios de transporte es mínimo. Datos de la Matriz Insumo Producto reportada por el BCE permiten estimar la incidencia de la liberación del precio de los combustibles sobre la estructura de costos sectorial.

El impacto en el comercio a través del transporte no es alto: sería alrededor del 4%. Este es compartido entre comerciantes, productores y consumidores.

Tercero: mantener el subsidio sería seguir solapando el contrabando. Se estima que entre un 10% a 20% del diésel importado por Ecuador desde las refinerías en Estados Unidos se perdía por contrabando. Y como sabemos, donde hay contrabando, hay mafias que patrocinan el status quo.

Cuarto: el subsidio no impide el consumo de estratos sociales más pudientes que no lo necesitan. Sentido común y estudios del BID evidencian que los subsidios a la gasolina son una medida ineficiente para disminuir la desigualdad. La solución no es mantener el subsidio sino una focalización eficiente.

Quinto: a medida que baja el subsidio de combustibles, ha aumentado el subsidio directo del bono de desarrollo humano para los más pobres. A julio de 2021, el gasto por el bono aumentó en 18%. De $194 millones a $229 millones. Menos recursos para el contrabando y quienes no lo necesitan, más recursos de manera directa para quienes es vital.

Sexto: cuidar la naturaleza es incompatible con promover el subsidio que incentiva el consumo de combustibles fósiles. Es inaceptable la contradicción de que en pleno siglo 21, falsos liderazgos digan defender el medio ambiente al mismo tiempo que cabildean para perpetuar los combustibles que más contaminan a la Pachamama.

Los ciudadanos que votamos mayoritariamente por el cambio, así como las grandes mayorías sociales que hoy sienten confianza y optimismo por el nuevo rumbo que estamos viviendo debemos hacernos oír de estos personajes paralizadores y liberticidas.

La gente no come cuento. Hay que difundir los argumentos correctos. Nuestro país necesita producir y trabajar, no paralizar. No permitamos que avancen en su protervo cometido: secuestrar nuestra democracia. Juntos digámoslo bien claro: Ecuador no aguanta paro.

* Pablo Arosemena Marriott es analista económico ecuatoriano.


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