Finalmente, Hidroituango entró oportunamente en operación comercial, a pesar de Quintero y gracias al gerente de la obra, William Giraldo Jiménez, a su equipo de trabajo y a los denostados contratistas que están allí desde hace 10 años, enfrentando los retos de ingeniería y también los ataques de la más rastrera ofensiva política que haya padecido proyecto alguno en la historia colombiana.
El ataque de Quintero empezó el 30 de mayo de 2018, cinco días después de que la administración de Epm, para evitar el colapso de la presa, tomara la decisión de inundar la casa de máquinas. Esto escribió:
“Hidroituango es el símbolo del fracaso del capitalismo del siglo XXI. Hay que volver a los tiempos en los que la vida era más importante que la plata”
El 3 de julio, cuando toda Colombia seguía con angustia los esfuerzos de los contratistas y el personal de Epm por salvar el proyecto, Quintero se regodeaba con la inminencia de una tragedia que venía como anillo al dedo a sus propósitos políticos y soltó esta perla digna de cualquier antología de la infamia:
“Hidroituango es un proyecto fallido, lleno de corrupción y de mentiras. Filtración de agua por base de la presa sólo lleva a presagiar lo peor”
El 18 octubre de 2019, en plena campaña electoral, Quintero publica su Carta a la familia EPM, donde promete “gobierno corporativo, gerencia técnica y estable…” y “no señalar culpables en Hidroituango…”. Menos de un año después, acatando sus órdenes, la gerencia de EPM demanda a los contratistas a quienes responsabiliza de la contingencia de abril de 2018.
La demanda era absurda pues si los contratistas eran responsables por dolo o negligencia grave también lo era EPM. Además, desde octubre de 2019, la aseguradora había reconocido cobertura del siniestro y había empezado a pagar. La demanda, que está inadmitida, no tenía otro propósito que desprestigiar a los contratistas y sacarlos para poner en su lugar a quién sabe qué empresa china.
En enero de 2021, Quintero sacó burdamente de la gerencia a Rendón López, por haber mantenido a los contratistas, y fincó sus esperanzas de expulsarlos en el demencial proceso de responsabilidad fiscal adelantado por la Contraloría. Una vez más, fracasó en ese propósito y, contra su voluntad, fue renovado el contrato a los constructores que desde 2012 están a cargo y entregaron oportunamente las obras civiles que soportan las unidades de generación que están en operación.
La incertidumbre ahora se extiende a las unidades 3 y 4 y, especialmente, a la segunda etapa para la cual, después de cuatro aplazamientos de la licitación, no ha sido posible encontrar sustituto a los contratistas actuales, que salen, esto es fundamental señalarlo, sin que nunca se hayan probado las acusaciones de corrupción o negligencia lanzadas en su contra por el alcalde.
El Informe Pöyry advirtió que el cambio de constructor ocasionará un retraso no inferior a un año. Eso será responsabilidad toda del gran enemigo de Hidroituango: Quintero Calle.
* Dr. Luis Guillermo Vélez, es doctor de tercer ciclo en Ciencias Económicas de la Universidad de París X. Se desempeña como profesor en la Universidad EAFIT de Medellín, Colombia. Desarrolla actividades de consultoría para la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Públicos, Andesco, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial, Bancoldex, ASOCODIS, ACOLGEN y la Fundación Give to Colombia, entre otras organizaciones..
El presente artículo fue publicado en el periódico El Colombiano, de Colombia.
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