Jair Viana

Colombia: Cambiemos el palustre – por Jair Viana

Jesús debe hacer un cerco de madera en el patio de su casa, para separar el huerto de cebollas de su hija del espacio donde juega su nieto. Tras pasar horas cavando con un palustre (espátula), sin lograr mayores avances, Jesús decide ir a un almacén de herramientas a comprar un instrumento que le permita hacer ese trabajo más rápido. Allí, encuentra dos (2) opciones: una pala tradicional y una pala-coca (“pala cava-hoyos” o pocera, la que tiene forma de tijera); la pala tradicional cuesta COP$ 21.900 y la pala-coca COP$ 60.700. Al preguntarle al vendedor cuál es la herramienta más adecuada para hacer el cerco, le responden que, sin duda, la pala-coca, pues haría ese trabajo en 2 horas menos que si usara la pala tradicional. Es así como Jesús compra la pala-coca y termina el trabajo, quedando con la tarde libre para disfrutar la zona de juegos con su nieto. Jesús, su hija y su nieto disfrutan de una feliz tarde y todos contentos.

Colombia es el país menos productivo de la OCDE. En una (1) hora de trabajo, los colombianos generan USD$ 17,7, mientras en Irlanda, Luxemburgo y Dinamarca generan USD$ 116,6 por hora trabajada en promedio. ¿Será acaso, que en esos países trabajan más horas y por eso generan más riqueza? Lo cierto es que no. Los colombianos son de las personas del mundo que trabajan más horas al año, sin embargo, no generamos tanta riqueza como otros países. Entonces, ¿A qué se debe eso? Debemos recordar que no es la cantidad de trabajo que hacemos, sino, lo que hacemos con nuestro trabajo lo que determina la riqueza que producimos. Es decir, mientras en Dinamarca hacen cercos de madera con una pala-coca, en Cundinamarca, Colombia las hacemos con palustres.

Te preguntarás: ¿Por qué no usamos pala-cocas en vez de palustres? Resulta que un palustre cuesta COP$ 10.900 y una pala-coca COP$ 60.700, ergo, necesitamos más dinero para poder comprar pala-cocas, pero para poder tener esos recursos necesitamos ahorrar y el ahorro es aquel dinero que nos queda después de consumir lo que necesitamos y pagar impuestos, y es precisamente en los impuestos donde nos rajamos. Colombia está entre los países con la mayor carga fiscal sobre el sector productivo. Las empresas pagan 71,3% en impuestos en Colombia, según datos de PwC y con la reforma tributaria que entró en vigencia, ¡pagan aún más!.

Resulta que el patio de la casa donde Jesús hizo el cerco de madera es Colombia, y Jesús son las empresas y sus millones de trabajadores. Como en Colombia los impuestos son tan elevados, no queda dinero suficiente para comprar pala-cocas, que serían el equivalente a toda la tecnología, maquinaria y equipo sofisticado para producir bienestar. Por eso, los trabajadores colombianos deben pasar largas jornadas fabricando bienes y servicios que podrían hacer más fácil y rápido, con más y mejores herramientas. El resultado es que el nieto de Jesús, que somos todos los ciudadanos, debemos pasar muchísimo más tiempo esperando para poder tener tiempo de calidad disfrutando los frutos del trabajo. Además, Jesús, es decir, todos los trabajadores y empresarios, terminan exhaustos e insatisfechos con salarios bajos porque las tasas de capitalización –todo lo que le sirve de apoyo logístico a trabajadores y empresarios para ser más productivos– son insuficientes.

Se dice que hay que cobrarle más impuestos a los que más tienen y el Estado debe redistribuir esa riqueza para todos los demás. No obstante, esos recursos no están guardados debajo del colchón, sino, que están en los bancos, cuya función es prestar ese dinero y financiar nuevas empresas que generan empleo y empresas existentes que lo usan para comprar equipos sofisticados para que los trabajadores sean más productivos. Así se incrementan las tasas de capitalización de la sociedad, al igual que los salarios.

Es erróneo pensar que los pobres estarán mejor si se le quita riqueza a los ricos. Esto en realidad descapitaliza el país y empeora la situación de las personas más vulnerables. Debemos incrementar las tasas de capitalización, así todos cambiaremos el palustre y seremos más prósperos.

* Jair Viana es Director de Investigación de Libertank en Colombia. Es analista económico y financiero, y columnista en distintos medios, con estudios especializados en políticas públicas, crecimiento económico y estabilidad. Tiene amplia experiencia en gestión de activos, planificación financiera y macroeconometría.

El presente artículo fue publicado en El Bastión y el Diario La República, de Colombia.

 

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