Edgardo Zablotsky

Argentina: Entrevista a Edgardo Zablotsky – por Mariana Badeni

La Pandemia agravó la situación que ahora se le agrega la deserción de jóvenes del secundario. En un contexto en que en pocos meses serán difundidos los resultados de las evaluaciones Aprender y PISA, la Argentina busca remontar las nefastas estadísticas en educación que viene sosteniendo desde hace años.

“La idea de progresar, de que los chicos vivan mejor que sus padres, por así decirlo, es una fantasía hoy en la Argentina porque es exactamente al revés”, enfatizó a La Prensa Edgardo Zablotsky, rector de la Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (UCEMA), que es Ph. D. en Economía en la Universidad de Chicago y miembro de Número de la Academia Nacional de Educación.­

La falta de herramientas necesarias para adquirir conocimientos durante la escolarización obstaculiza la posibilidad de proyectar un futuro mejor para miles de chicos en situación de vulnerabilidad.­

Son muchos los desafíos que atraviesa cualquier chico que quiera educarse en un sistema perverso que atenta contra las familias de menor recursos. Para dilucidar esta realidad, La Prensa dialogó con Edgardo Zablotsky sobre los cambios que se deberían realizar para mejorar el acceso de los alumnos a un futuro mejor en que se vean insertados en el mundo educativo y laboral.­

– La educación argentina se encontraba en crisis antes de estallar la pandemia, ¿cómo percibe que afectó el aislamiento obligatorio a esta situación?­

– No existe duda que la educación argentina se encontraba en crisis. Antes de estallar la pandemia veníamos realizando evaluaciones como las pruebas Aprender o las evaluaciones internacionales PISA, hace ya años. El rendimiento de nuestros chicos deja mucho por desear. Tienen un rendimiento claramente por debajo del promedio de los niños y adolescentes de los países desarrollados. Y aun comparando a países latinoamericanos, hemos dejado hace mucho de ser líder en educación, por lo menos en función de PISA. La pandemia intensificó este hecho.­

Creo que la política seguida durante la pandemia, el cierre de las escuelas durante un largo año y medio, afectó el nivel de educación de muchos chicos. Para empezar, de los más pobres, de familias más humildes que tuvieron mucho menos acceso a la educación virtual. Pensar lo contrario es engañarnos a nosotros, sumado a la gran deserción que hubo a nivel secundario.­

Tiene que quedar en claro que la pandemia y la política llevada a cabo durante ese periodo de tiempo, que peor no pudo haber sido en función del interés de los chicos y jóvenes, no son las responsables de la actual situación. Esto viene de largo y es mucho peor aún. Es decir, había un problema de base que venía antes de la pandemia.­

RETROCESO­

– ¿Cuánto retroceso hubo en el aprendizaje? ¿Qué resultados podemos esperar de las pruebas Aprender administradas en el nivel secundario en 2022?­

– Es claro que a nivel mundial hubo un claro retroceso en el aprendizaje de los chicos. Ya las pruebas Aprender que se hicieron en la gestión anterior en la Argentina para chicos de nivel primario muestran un deterioro notable, sobre todo para los menores de las familias más desfavorecidas. Las clases remotas para los chicos pobres no fueron clases. Decir lo contrario sería, una vez más repito, negar la realidad. Siete de cada diez chicos de nivel socioeconómico bajo, es decir casi el 70%, no llega al nivel satisfactorio en comprensión de textos.­

Con respecto a qué se puede esperar de las pruebas Aprender y de las PISA, que fueron administradas también en septiembre del año pasado, recordemos que a fin de año del 2023 van a estar los resultados y van a ser un desastre, es decir, es crónica de una muerte anunciada.­

Van a mostrar un claro deterioro, pero van a sobrestimar los resultados. Quiero intensificar este punto, es decir, van a mostrar un estado de la educación argentina mucho mejor de lo que realmente es. ¿Por qué? Esto se debe a que las pruebas las realizan los chicos que están en el colegio y a nivel secundario ha habido una gran deserción. Creo que el sentido común dice que la mayor parte de los chicos que desertaron son de familias humildes y no son aquellos que hubiesen sacado las mejores notas en las pruebas, ya sea Aprender o PISA, sino todo lo contrario. Por ende, el resultado de tanto en las pruebas Aprender 2022 a nivel secundario como de las pruebas PISA van a mostrar un resultado que sobrestima el nivel de la educación argentina para esa edad en este momento.­

– ¿Sirve de algo dejar pasar de grado a niños que no han alcanzado el mínimo necesario de contenidos educativos?­

– En lo personal, creo que cualquier medida que genera facilismo, por así decirlo, atenta contra los chicos. Si estoy seguro que lo que se ha hecho de dejar pasar de año en la secundaria de muchas provincias, que literalmente se eliminaron las previas para que todos pasen de año, es con el objetivo de graduarlos y que estadísticamente haya más graduaciones en los colegios secundarios. Estoy convencido de que la razón por la que lo hacen es esa, no es más que maquillaje, por así decirlo, para ocultar el monstruoso costo de las políticas llevadas a cabo durante la pandemia.­

– Detrás de los números hay historias de chicos y sus familias que hacen un gran esfuerzo para progresar, ¿cómo se puede proyectar un futuro mejor sin contar con las herramientas necesarias para mejorar?­

– No creo que se pueda proyectar un futuro mejor para chicos sin contar con las herramientas necesarias. Milagros no hay. Hay muchos chicos y familias que hacen un gran esfuerzo, pero están dentro de un sistema perverso que justamente atenta contra este tipo de chicos y de familias. Y yo creo que para nuestra realidad y darles a los papás mucho más poder sería una forma de empoderar a este tipo de familias que se esfuerzan. ¿Cómo hacerlo? Financiando la demanda, es decir, a los papás en lugar de a los colegios. Sencillamente, en lugar de que los papás envíen su hijo a un colegio de gestión pública, que ellos reciban ese importe que se aplica al hogar, a ese colegio y puedan decidir qué hacer con ese importe tan solo para gastos educativos a través de, por ejemplo, una tarjeta de crédito que nada reciba para eso y que ellos decidan a qué colegio enviar a sus hijos. Y estoy seguro que le darían mucho mejor uso al dinero que el que hoy se le está dando.­

Y creo que justamente sería la única forma que familias que se esfuerzan mucho por apoyar a sus chicos tengan un instrumento que sirva para algo. De lo contrario es solo un mensaje de año electoral donde todos hablamos de que la educación tiene que estar mejor, ser para todos, haber igualdad de oportunidades.­

NIVEL­

– ¿Cómo impactará el nivel educativo deficitario en el nivel de ingresos en la vida adulta? y ¿en la producción del país?­

– Estos chicos van a ver afectado su nivel de ingresos en el futuro. Yo propongo hace muchos años que la educación tiene que ser un servicio público esencial. ¿Por qué? porque genera riesgo de vida. Los sindicatos docentes tienen la posición que un paro docente no genera un riesgo de vida. Obviamente nadie se va a morir si un día hay un paro docente.­

Mi posición es que si tenemos un paro docente que dura más de 100 días, como sucedió en la provincia de Santa Cruz, o paro sistemático, como sucede en Santa Fe y como pasó muchas veces de la provincia Buenos Aires, o lo que pasó en pandemia, que literalmente muchos chicos no tuvieron clases, indudablemente afectará la vida de estos chicos y jóvenes y claramente también su futuro, cuando sean adultos. No van a poder llevar la misma vida que si hubiesen tenido clases normalmente y es obligación del Estado proveer esas clases y esa educación.­

Por lo tanto, sí creo que afecta la vida futura de estos chicos porque sus ingresos van a ser mucho menores. Esto también va a afectar a nivel país porque habrá menor capital humano y, claramente, cada vez esto sucede más cuando lo comparamos con países vecinos que crecen mucho más rápido que nosotros en términos educativos. Esta situación va a llevar a que en el largo plazo seamos un país pobre. Hoy la riqueza no es la Pampa húmeda, sino que es el conocimiento y cada vez va más se va hacia una sociedad del conocimiento.­

Viendo lo que está pasando en el terreno educativo, nadie ve el largo plazo, porque los políticos ven el corto plazo, es decir, la próxima elección, no la próxima generación.­

– ¿Cómo impactará esto?­

– La próxima camada de argentinos va a pagar los costos de las decisiones que hoy se están tomando. No hay vuelta y el país, como todo, es la suma de las personas que viven aquí y estos niños van a hacer muchos de ellos. Va a hacer muy duro para quienes cobren planes sociales en su vida adulta. No me puedo imaginar el futuro de un chico de la provincia de Santa Cruz que en el 2017 tuvo más de 100 días de paro docente. Después vino la pandemia de dos años casi sin clase. ¿Qué futuro tienen esos chicos? Yo lo veo muy oscuro.­

– ¿Con qué déficit llegan los chicos recién graduados del secundario a la universidad?­

– Hay distintos chicos que tienen distintas realidades. Tenemos algunos que están muy bien preparados y otros que realmente no lo están. Esa es la realidad. Chicos que han tenido una escolaridad primaria y secundaria normal, que en general vienen de colegios de gestión privada. Con esto no estoy diciendo que son mejores o peores, pero estoy comparando un chico que ha tenido clase normalmente con un chico que en general ha sufrido a lo largo de su escolaridad una infinidad de paros docentes. Hay una asimetría. Así todo el nivel medio fue afectado por la pandemia.­

Desde mi percepción como rector de una universidad, las casas de estudio hemos hecho grandes esfuerzos y creo que el sistema universitario ha tenido éxito en tratar de recuperar a muchísimos chicos que llegan muy mal formados al primer año. Pero se sabe que, si no tenemos un sistema que de alguna forma incentive a los chicos a estudiar en el secundario, más allá de la temática de los paros docentes y lo que pasó en pandemia, se hace muy difícil que lleguen en una mejor situación.­

Argentina es uno de los pocos países en el mundo que no tienen un examen al finalizar el secundario, algo que de alguna forma incentiva a los chicos a conseguir mejores resultados. Veamos lo que está pasando hoy en universidades argentinas como, por ejemplo, en La Plata con la cantidad de extranjeros que estudian allí. En Brasil tienen un examen de fin de secundario, el ENEM. Ahí, muchos muchachos no lo aprueban, sobre todo si quieren estudiar medicina y vienen a la Argentina. Esa es la realidad hoy. Y es muy raro un país como la Argentina, donde por el solo hecho de tener 18 años y terminar el secundario pueden ingresar en la universidad porque, lamentablemente, muchos de estos chicos jamás van a terminar la universidad y los estamos engañando, más allá del gasto presupuestario que eso implica. Sería mucho mejor que haya alternativas profesionales que les permitan que entren en la universidad los chicos que así lo deseen y que estén calificados para salir a trabajar los chicos que opten otro camino.­

– Educar con contenidos que remiten más a otro siglo en un contexto de avances tecnológicos como la Inteligencia artificial, ¿limitan el potencial de las futuras generaciones?­

– Es claro que las nuevas tecnologías aportan a la educación. Yo creo que todo es para bien y estoy absolutamente convencido de eso. Pero, como decía Steve Jobs, esto no implica que el maestro o el profesor deje de tener un rol de guía en este proceso. Y creo que un pre requisito para el uso de cualquier tecnología es que, por ejemplo, un alumno pueda entender lo que lee y pueda tener pensamiento lógico. Así que hay un pre requisito para el uso de las nuevas tecnologías. Ahora bien, por supuesto, si no utilizamos todas las tecnologías que tenemos disponibles, vamos a tener generaciones que tienen un menor capital humano respecto a chicos que en otros países sí las utilizan. Me parece algo natural, pero dado el estado de la educación argentina, yo estoy más preocupado por problemas de base como que los chicos aprendan a leer, escribir y hacer cuentas.­

Creo que estar discutiendo ciertas cuestiones que muchas veces se discuten son debates propios de otra realidad. La nuestra es tremenda. Ya teníamos una muy mala realidad antes del Covid y, después de la pandemia, la realidad educativa es muy mala. La deserción fue grande y los chicos que quedaron, sobre todo de las familias más humildes, no han tenido educación ni clases básicamente durante dos años. Estos chicos tienen un déficit de base. Entonces estar hablando de nuevas tecnologías para esos chicos me parece que no es la prioridad, sino que primero tratemos de que puedan entender lo que leen.­

– ¿Qué desafíos y metas en las políticas públicas educativas deberían plantearse para avanzar en esta situación?­

– Creo que no existen desafíos y metas en políticas públicas educativas. Percibo que el Estado debería tener un rol de apoyo porque ha demostrado en la Argentina, para nuestra realidad que ha sido generada a través de muchos años y muchos gobiernos. Sobre esto prefiero no entrar en la discusión política, pero creo que el Estado debería de sencillamente admitirlo y, en lugar de financiar a las escuelas que son la oferta educativa, debería invertir en la demanda, es decir, en los padres. Así, en cada distrito el dinero que se gasta en un chico para su educación se le debería asignar a una tarjeta y de esta forma el padre o madre pueda definir a qué colegio llevarlo, si es gestión pública o privada, confesional o no, si tiene un perfil deportivo, de artes, entre otros. Lo que se quiera en función de las capacidades, gustos y valores familiares.­

Creo que las familias están mucho más capacitadas que el burócrata de turno para decidir qué es lo mejor para sus hijos. Por lo menos en la realidad argentina.­

* Mariana Badeni es columnista de La Prensa.

El presente artículo fue publicado en el periódico La Prensa, de Argentina.

 

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