Si observamos sindicadores económicos, hoy la situación económica de Argentina es sustancialmente peor que en 2001 cuando hubo saqueos y se produjo la caída del presidente De la Rúa, junto con una crisis institucional. Ya se advierte una especie de micro estallidos, por los constantes piquetes que se hacen en la Avenida 9 de Julio.
El Gobierno argentino quiere bajar la tasa de inflación, pero al mismo tiempo necesita de ella para licuar el gasto público. Por otro lado, pretende reactivar la economía, pero hace caer los ingresos reales de la población y la capacidad de consumo.
El próximo gobierno argentino recibirá una pesada herencia. La salida es una economía de mercado, integrada al mundo y con una dirigencia política convencida de ese camino. Siete puntos que deberían formar parte de la nueva agenda.
Los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC marcan el fracaso de las políticas populistas y distribucionistas en Argentina. El “Estado presente” se ha convertido en el Estado empobrecedor, y ausente donde debe estar.
En Argentina no es Qatar, ni el turismo, ni los productores de soja los que generan falta de dólares. Es el populismo con tipos de cambio artificiales y el ataque a los inversores, más el default sistemático que hace que no haya crédito externo para el sector privado para invertir.
En Argentina, el problema principal de la inflación no es que los precios suben, es el peso el que se deprecia. El problema principal de esta emisión es que se distorsionan los precios relativos, lo que implica que unos sectores ganan y otros pierden.
El actual faltante de dólares no es solo fruto del intervencionismo en el mercado de cambios, sino también consecuencia del populismo energético que llevó a cabo el kirchnerismo, y que hoy se busca arreglar con un tarifazo.
La tasa efectiva anual de política monetaria que fija el BCRA pasó de 64,5% anual en enero de 2020 a 98,6% anual desde el 11 de agosto. Contener la inflación anclando el tipo de cambio con tasas de interés crecientes, siempre termina mal.
El presidente Alberto Fernández afirmó que en Argentina hay empresas que ganan “mucho” y que deben ganar lo “justo”. Si de ganar “mucho” se trata, el problema está en los funcionarios que ganan fortunas sólo para entorpecer a quienes producen.
La razón por la que los planes de estabilización en la Argentina terminan en fracaso es que la mayoría de las veces se llevan a cabo por necesidad política de última instancia, y no por convencimiento de bajar la inflación dado sus perversos efectos sobre la economía.