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Las reclamaciones sociales siempre están presentes desde los albores de la humanidad, muchas de ellas han generado profundas transformaciones en los países o regiones donde se presentan, justificadas o no, han servido para transmitir un sentir de grupos poblacionales diversos. El Ecuador, no es la excepción y desde el primer paro indígena que sucedió hace más de 30 años, actualmente atravesamos una nueva paralización que trae consigo varios puntos de “lucha” que esbozan sus líderes, especialmente la CONAIE que se “autoproclama” vocera de todos los ciudadanos, y que a través de una “protesta pacífica” a decir de su principal dirigente Leonidas Iza, ha caotizado el país, soslayando la seguridad de los que deseamos vivir en paz y trabajar.

El nivel de subversión con que han actuado en pueblos, ciudades, carreteras, y demás lugares por donde han transitado, dista mucho de los ideales del movimiento indígena que siempre se caracterizó por la búsqueda de la paz, la armonía, la concordia, el respeto a sus semejantes y a la naturaleza, entre otros principios; atacan al que piensa distinto, al que decide seguir trabajando para generar su riqueza que a su vez le permita salir adelante, obstruyen servicios básicos, impiden el libre tránsito de personas y bienes, contaminan el agua en algunas ciudades (lo que constituye un delito grave), invaden empresas de toda índole y sacan a los trabajadores a que “apoyen” su paro, se toman empresas y destruyen sus activos, dañan vehículos de ciudadanos y de las fuerzas del orden, secuestran policías, generan pérdidas de millones de dólares por la reducción de la producción, comercialización y exportación de variados sectores. Toman ilegalmente pozos petroleros y estaciones eléctricas, generan el desabastecimiento y el repunte de precios de artículos de primera necesidad y la lista sigue; después señalan que son “infiltrados”, muy fácil es decirlo y bastante difícil es creerlo.

Acaso los promotores de las paralizaciones no sabían que esto ocurriría, virar la cara a otro lado es sencillo; pero la estela de destrucción que dejan a su paso estas protestas que ya perdieron el propósito por el cual salieron a las calles, y deja en evidencia otros fines, como por ejemplo, al estar en un año preelectoral, es clara la necesidad de posicionarse para ser candidato, además, ¿cómo estas marchas con miles de manifestantes pueden durar varios días?, ¿Quién se encarga de la alimentación, la logística, etc.? para semejante despliegue, eso lleva a pensar el tipo de financiamiento que se recibe y debe investigarse de oficio, hay muchos intereses detrás y variados actores desestabilizadores nacionales y extranjeros que desean un país en crisis y caotizado.

El movimiento indígena debería liberarse de los violentos dirigentes que tienen, el Ecuador ya los tiene reconocidos, solo persiguen sus intereses personales y políticos; ustedes son un pueblo valiente, solidario y sobretodo noble, no dejen que mancillen su honor y su pasado. Las soluciones se buscan a través del diálogo y la concertación, no bajo amenazas que trasgreden incluso la vida, queremos vivir y trabajar en paz. Deseamos un Ecuador para todos.

* Jorge Calderón Salazar es Economista (UCSG), Maestría en Administración de Empresas por la UEES y un Master of Management por Tulane University. Rector del Instituto Superior Tecnológico Argos, Consultor, Analista y Coach Económico, y Emprendedor. Miembro de la Junta Directiva del Thomas Jefferson Institute for the Americas de los Estados Unidos. Miembro del Foro Libertad y Prosperidad (Instituto Ecuatoriano de Economía Política) y del Consejo Asesor Internacional – Capítulo Ecuador de la ONG Mujeres Líderes Políticas, Embajador de la ciudad de Guayaquil para Congresos y Convenciones por la Empresa Pública de Turismo de Guayaquil; Profesor de postgrado de Escritura Académica, Análisis Económico Mundial y Metodología de la Investigación en diferentes universidades de país. Analista Económico en varios medios de comunicación nacional e internacional. Articulista en la Revista Comercio de la Cámara de Comercio de Guayaquil y Diario El Correo (Machala).

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