Luis Guillermo Vélez

Colombia: Eliminar el salario mínimo legal – por Luis Guillermo Vélez

La fijación de un salario mínimo legal (SML) es mala política económica. El hecho de que esa legislación exista en tantos países y que buena parte de la opinión, incluso ilustrada, la encuentre natural y conveniente es muestra del preocupante retroceso de la economía liberal y la enorme confusión que esto genera.

En septiembre pasado, la revista Ensayos sobre Política Económica del Banco de la República, publicó la investigación “Efectos macroeconómicos del salario mínimo en Colombia”, dirigida por Luis Eduardo Arango Thomas, la cual contó con la participación de veinte destacados economistas. Sus resultados se resumen en los siguientes términos:

“Utilizando enfoques de equilibrio parcial y equilibrio general, se estudian a fondo los efectos del salario mínimo en la macroeconomía colombiana. Con el primer enfoque, se analizan efectos en variables del mercado laboral, distribución de ingresos, desigualdad, pobreza monetaria de las familias, precios e inflación. Con el enfoque de equilibrio general se estudian los efectos en consumo, bienestar, producción, inversión, inflación y cuentas fiscales del gobierno. Según la evidencia, el salario mínimo tiene efectos negativos en casi todas las variables estudiadas, no permite un funcionamiento fluido del mercado laboral y no está cumpliendo con sus objetivos de contribuir a reducir la desigualdad y la pobreza”.

Aunque tienen un rasgo común cual es la baja calificación, el SML lo ganan gran variedad de personas – de ambos géneros y todas las edades – que desempeñan diversos oficios en distintos lugares y diferentes circunstancias. Dependientes de pequeños comercios, meseros, trabajadoras domésticas, obreros de la construcción, coteros, braceros, trabajadores agrícolas, peluqueras, manicuristas, jardineros, mensajeros, repartidores de pizza, etc. conforman la variopinta especie de quienes ganan el SML. A esa diversidad de oficios hay que añadirle la diversidad de lugares, circunstancias y momentos en los que se pueden ejercer. Es igualmente variada la clase de los empleadores que lo pagan: personas naturales o jurídicas que desarrollan toda clase de negocios en los más diversos lugares, las más variadas circunstancias y momentos.

La idea de que se puede fijar acertadamente un SML igual para esta multiplicidad de situaciones parte de dos supuestos inverosímiles: i) la gente no experimenta desagrado por trabajar en ningún oficio, en ningún lugar y en ningún momento y ii) el valor producido por el trabajador de menor calificación es igual en todos los empleos, en todos los lugares, en todos los momentos y cualquiera sea el nivel de ocupación. En otros términos, la legislación sobre salario mínimo está basada en el absurdo supuesto de que existe un único mercado de trabajo no calificado donde los participantes no responden a incentivos.

Es imposible establecer un nivel de SML que no distorsione los múltiples mercados de trabajo no calificado, ocasionando desempleo o informalidad. La legislación sobre salario mínimo perjudica a los trabajadores no calificados a los que pretende favorecer y tiene efectos macroeconómicos negativos. El SML debería eliminarse o, en su defecto, establecer diferentes niveles, teniendo en cuenta las diferencias de productividad entre los departamentos, por ejemplo.

* Dr. Luis Guillermo Vélez, es doctor de tercer ciclo en Ciencias Económicas de la Universidad de París X. Se desempeña como profesor en la Universidad EAFIT de Medellín, Colombia. Desarrolla actividades de consultoría para la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Públicos, Andesco, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial, Bancoldex, ASOCODIS, ACOLGEN y la Fundación Give to Colombia, entre otras organizaciones.

El presente artículo fue publicado en el periódico El Colombiano, de Colombia.

 

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