Había fracasado un modesto plan de estabilización instrumentado el 2 de agosto de 1988 para llegar a las elecciones anticipadas de mayo del año siguiente. En qué consistía la “nueva” estrategia.
El lunes 6 de febrero se cumplieron 34 años desde que, el entonces presidente del BCRA, José Luis Machinea, suspendió las intervenciones del Banco Central en el mercado libre de cambios y eso dio paso a la hiperinflación que se desató en los primeros meses de 1989.
El llamado Plan Primavera fue anunciado el 2 de agosto de 1988. La idea era que durase hasta las elecciones anticipadas a mayo de 1989. Surgió luego de la derrota electoral de medio término de 1987, cuando el presidente Raúl Alfonsín percibió que perdía el apoyo del electorado y que, dada la complicada situación económica, no tenía margen para seguir adelante.
Además de los consabidos controles de precios, tarifas de los servicios públicos, etc., la estrategia cambiaria fue dividir el mercado de divisas en oficial y libre. Por el primero se cursaban las operaciones de exportaciones, en tanto las importaciones se canalizaban por el segundo, de modo de obtener una ganancia para el BCRA.
Recuerdo que cuando se anunció el Plan Primavera, el entonces ministro de Economía, Juan Vital Sourrouille, dijo que el BCRA tenía las suficientes reservas para intervenir en el mercado libre de cambios y dominarlo. Pero ante la pregunta de un periodista sobre cuántas reservas tenía el BCRA para intervenir en el mercado, contestó: “Esa pregunta no tengo que contestarla yo”. En última instancia, estaba cantando falta envido con un 4 de copas.
Pero este artilugio financiero cambiario tenía el problema de los depósitos indisponibles. En realidad, el BCRA obligaba a los bancos a prestarle casi la totalidad de los depósitos que recibían. Y como debían pagar una tasa de interés al ahorrista, exigían una tasa mayor. Eran una suerte de encajes adicionales remunerados, como fueron las Lebac en su momento y las actuales Leliq, para poder absorber la expansión de la base monetaria que generaba el déficit fiscal.
El monto de intereses que devengaba todos los meses el BCRA por los depósitos indisponibles y otros instrumentos de esterilización del excedente de pesos superaba todo el gasto del Tesoro. En la actualidad, los intereses que paga el BCRA por el stock de Leliq y Pases netos supera el déficit fiscal primario. En otras palabras, la dinámica de la política monetaria actual es similar a la del Plan Primavera, con la diferencia que el problema del endeudamiento del BCRA es menor al de 1989.
La estrategia usada en el Plan Primavera de ofrecer una tasa de interés alta comparada con la expectativa de la devaluación del peso, no difería demasiado del fin de la tablita cambiaria de José Alfredo Martínez de Hoz, al igual que la zanahoria que hoy el BCRA le pone al mercado a cambios de tener la expectativa de que la tasa le gane al aumento del dólar libre.
Siempre va a haber gente que apueste fuerte a la tasa con la expectativa de tener una rentabilidad en dólares al momento de realizar las ganancias. Eso fue lo que pasó con el Plan Primavera.
El problema de estos arbitrajes tasa versus dólar es que, en primer lugar, la tasa de interés equivalente en dólares es tan alta que resulta inconsistente con cualquier actividad lícita que pueda pagar esos rendimientos.
El segundo problema tiene que ver con que el BCRA no genera ingresos para pagar el capital y los intereses de la deuda que emite, por lo tanto, esa deuda está destinada al default, como finalmente ocurrió en 1989 cuando se aplicó el plan Bonex 89 para cancelar los depósitos indisponibles, instrumento temprano de las actuales Leliq.
En tercer lugar, no existe el inversor que devengue indefinidamente las ganancias que va obteniendo, apostando a la tasa, en algún momento decide capitalizarlas. Eso significa retirar sus depósitos del banco y comprar dólares.
Pero aquí viene el problema de fondo y por qué terminan en un estallido estos arbitrajes tasa versus dólar que instrumenta el BCRA para ganar tiempo. Si el que va a apostar a tasa de interés entra con USD 1.000, vende en el mercado ese monto a cambio de pesos, con lo cual, inicialmente, el tipo de cambio libre tiende a bajar.
Supongamos que ese inversor apuesta durante 3 meses y obtiene una ganancia del 15%. Cuando capitaliza la ganancia va a demandar dólares por el capital invertido, es decir los USD 1.000 más la ganancia devengada por la tasa que son otros $150. En total sale demandando 1.150 dólares. Por eso estos sistemas son explosivos, porque al “darse vuelta el mercado”, la estampida es más fuerte que el ingreso.
Obviamente, el que gana en estos casos es el que primero sale y el último en salir es el que, generalmente, termina perdiendo.
Pasaron 34 años de aquel famoso 6 de febrero de 1989, cuando se abrió la puerta a la hiperinflación, y parece que no se ha aprendido nada al respecto. Una y otra vez se repite el mismo error. En 2018 cuando explotó la burbuja de las Lebac, y ahora se ve cómo se forma otra gran tormenta con las Leliq que ya están llegando a $11 billones y que en los primeros días de este 2023 ya pagó intereses por $708.881 millones, monto que supera lo pagado en todo 2019, que fueron $692.713 millones
Hay que recordar, una vez más, que Alberto Fernández, cuando hacía campaña para presidente de la Nación decía que con lo que se iba a ahorrar de la timba de las Leliq le iba a aumentar a los jubilados y le iba a dar remedios gratis.
Como el electorado y los actores del mercado no son un stock, sino que son un flujo, es decir, unos entran y otros salen, los nuevos no vivieron las crisis anteriores y no conocen la dinámica de estos modelos que terminan en estallido. Por eso una y otra vez se comenten los mismos errores y la gente paga el costo de estos.
Esta es una de las tantas bombas que este gobierno quiere dejarle al próximo. Como estas cosas saltan en el momento menos sospechado y por las causas menos pensadas, se hace difícil pronosticar cuándo termina mal esta montaña de Leliq. Lo que sí se puede afirmar es que, difícilmente, termine en una forma diferente a la de 1989 cuando se liquidó la deuda del BCRA aplicando el plan Bonex, que transformó depósitos a 7 días de plazo en pesos en bonos a 10 años, con 4 de gracia.
* Roberto Cachanosky es Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Profesor titular de teoría macroeconómica en el máster de Economía y Administración de Empresas del Centro de Estudios y Capacitación Empresarial y de economía aplicada en el máster de Economía y Administración del Instituto universitario. Es columnista del diario La Nación. En la actualidad se desempeña como consultor económico y edita un semanario económico en Internet llamado Economía para todos (EPT).
El presente artículo fue publicado en Infobae de Argentina.
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