Argentina: Los argentinos somos máquinas serviles de impuestos – por Roberto Cachanosky
A 169 años desde que Juan Bautista Alberdi escribiera el Sistema Económico y Rentístico, Argentina sigue siendo un país de complexión fiscal.
A 169 años desde que Juan Bautista Alberdi escribiera el Sistema Económico y Rentístico, Argentina sigue siendo un país de complexión fiscal.
No es cierto que, si al mismo tiempo que se reduce el gasto del Estado también se lo hace con los impuestos, vaya a haber un menor nivel de actividad.
El porcentaje de gente que está en la pobreza en Argentina se estima, en forma sistemática y a nivel nacional, a partir de 2016. Son varios los factores que pueden explicar el aumento de la pobreza, pero claramente los políticos se arrogaron el monopolio de la solidaridad, y para eso “mataron” al sector privado con impuestos para redistribuir el ingreso.
Una vez más aparece en la historia argentina el uso discrecional de los fondos de pensiones que administra el Estado. Los efectos de haber dejado el sistema previsional en manos de los políticos es lo que se ve hoy: millones de jubilados indigentes, salvo pocos con retiros de privilegio.
El gobierno argentino está en un serio problema para tratar de llegar a las elecciones generales de octubre sin una crisis inflacionaria y cambiaria. La sequía le complicó más los planes porque acentuó la falta de dólares y eso traba la actividad económica, en tanto las cuentas fiscales no cierran salvo que se licúen los gastos vía inflación.
CFK recibió un Honoris Causa de la Universidad de Río Negro y en el discurso sobre un tema que desconoce, afirmó: “Es cierto que hay crecimiento y que la economía está creciendo en Argentina”. La realidad es que el PBI está estancado desde enero de 2011.
En Argentina cuando se analiza el gasto público de nación, provincias y municipios sumado, queda bastante claro que el Estado se ha transformado en una máquina de hacer política y ha dejado de lado su función específica que es defender el derecho a la vida, la propiedad y la libertad de las personas, principalmente.
Una nueva vuelta de turca da el gobierno argentino para someter a la población a rebajar su nivel de vida para darle protección a unos pocos amigos del poder bajo el falso argumento de proteger la industria nacional. Sometiendo así a la gente a destinar más recursos de su trabajo a comprar productos de baja calidad y precios que no son de mercado.
A 34 años del 6 de febrero de 1989 cuando una decisión del Banco Central dio paso a la hiperinflación. Había fracasado un modesto plan de estabilización instrumentado el 2 de agosto de 1988 para llegar a las elecciones anticipadas de mayo del año siguiente. En qué consistía la “nueva” estrategia.
En Argentina se proyecta el efecto combinado del arrastre de la “inflación cero” de José Ber Gelbard que derivó en el “Rodrigazo” con el fracaso del Plan Primavera y la crisis inflacionaria del gobierno de Raúl Alfonsín. Esas dos tormentas no las sufrirá el próximo gobierno, la sufrirá la población.