Fritz Thomas

Quien controla el presente, controla el pasado – por Fritz Thomas

El domingo vi unos minutos del partido de futbol entre las selecciones femeninas de EE. UU. y Colombia, que la primera ganó 6-0. El futbol femenino profesional ha crecido y alcanzado un nivel de excelencia. Me entristeció ver que el entrenador y staff de esta selección nacional femenina tenían inscrita en sus chaquetas la leyenda “Black Lives Matter”.

“Quien controla el pasado, controla el futuro; quien controla el presente, controla el pasado”. Esta es una cita de la famosa obra de George Orwell, Mil novecientos ochenta y cuatro (1984), publicada en 1949. Es una novela “distópica” —antónimo de utópica— que describe una sociedad futura, no ideal, sino indeseable y temible. Orwell era un comunista desencantado con Stalin. Algunas de sus novelas se centran en denunciar el poder totalitario, su control de la información y destrucción de la identidad individual. Otra cita famosa de Orwell proviene de Rebelión en la granja: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”, proclama un cerdo, mientras degusta manjares, luego que los animales se rebelan contra los granjeros y los cerdos se colocan al mando.

La trama de 1984 se desarrolla en Oceanía, un súper estado futuro, controlado por un solo partido llamado Ingsoc, dirigido por un misterioso líder conocido como “Hermano Grande”, que vigila a toda la población y controla la información. El protagonista, Winston, es un editor en el Departamento de Registros del Ministerio de la Verdad, donde se dedica a revisar los archivos históricos para asegurarse que el pasado se ajusta a lo que Ingsoc quiere que sea. El partido tiene poder absoluto, controla la educación y la forma en que la población entiende e interpreta el pasado; los libros de historia son escritos por el partido, a las personas se les prohíbe tener recuerdos de su propio pasado, como fotografías y documentos. Por estar husmeando, Winston es detenido y hecho prisionero en el Ministerio del Amor, donde otro personaje, O’Brien, le dice a Winston que el pasado, concretamente, no existe más que en la mente de las personas; es la que ha puesto allí el partido.

En un apéndice de la novela, Orwell explica los principios de New Speak (nuevo hablar), lenguaje oficial de Oceanía, diseñado por el partido para hacer “mucho más angosto el rango de pensamiento” y eliminar la posibilidad de rebeldía. Disentir será “literalmente imposible, ya que no existirán palabras para expresarlo”.

Alguna versión de este futuro camina rápidamente hacia el presente. El psicólogo Jordan Peterson, cuyos artículos y videos recomiendo, ganó fama por oponerse a la legislación canadiense que criminaliza la falta de uso de pronombres de género hacia personas que se autoidentifican con género distinto. La legislación se aprobó; referirse como él a alguien que se autoidentifica como ella es considerado hostigamiento, por ley. En el mundo de habla hispana está de moda entre los políticamente correctos referirse siempre a los y las. En EE. UU., intelectuales y políticos hablan abiertamente de la necesidad de “re programar” a todos los simpatizantes de Trump; sus hijos deben ser enviados a campamentos de re educación. Quizás una de las mayores amenazas distópicas es la concentración del poder en un puñado de empresas de tecnología informática, que usan ese poder para moldear la opinión pública.

La historia se está re escribiendo frente a nuestros ojos. Lea los libros de texto de ciencias sociales e historia que se utilizan en el sistema educativo estatal y verá que quien controla el presente, controla el pasado.

* Dr. Fritz Thomas, Ph.D., es Doctor en Economía por la Universidad Francisco Marroquín (UFM) de Guatemala y profesor de la misma casa de estudios.

El presente artículo fue publicado en Prensa Libre de Guatemala.

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