Fritz Thomas

Gaste hoy, pague en otra década – por Fritz Thomas

Regularmente aparecen en prensa anuncios del Ministerio de Finanzas (Minfin) y del Banco de Guatemala (Banguat), en los que convocan a invertir en títulos valores. El pasado lunes 8 de marzo, por ejemplo, un día típico para este tipo de anuncio, aparecieron seis en PL, cuatro del Minfin y dos del Banguat. Son operaciones de miles de millones de quetzales; las que realiza el Minfin difieren en su naturaleza de las que hace el Banguat. Hoy me referiré a las invitaciones a invertir que hace el Minfin.

El gobierno de Guatemala y el Minfin hacen una convocatoria; invitan a invertir en certificados representativos de bonos del tesoro de la República de Guatemala, expresados en quetzales, que se licitarán en la Bolsa de Valores Nacional el día siguiente, a las 11 horas. Ofrece tres plazos de inversión con sus respectivas tasas de interés anual. Puede invertir en el bono que vence en julio 2034, con interés anual de 6.625%; el que vence en septiembre 2036, con tasa de 6.75%; o el que vence en agosto 2041, con tasa de 7.125%. Los bonos son en denominaciones estandarizadas de Q10 millones, Q1 millón, Q100 mil y Q10 mil. Ese mismo día, 8 de marzo, aparece otro anuncio ofreciendo bonos del tesoro —no certificados representativos— con plazos y tasas similares, y dos anuncios más ofreciendo bonos en dólares. Todos estos fondos son para financiar el gasto e inversión del Gobierno, deuda que se pagará en 13, 15 o 20 años. Gaste hoy, pague en otra década.

¿Quién compra un bono en denominación de Q10 millones? A pesar de que los anuncios invitan al público a invertir, la invitación no está dirigida al inversionista de a pie. Los inversionistas pequeños adquieren una proporción minúscula de estos títulos. La mayor parte de estos bonos del tesoro son adquiridos por instituciones financieras, grandes empresas, inversionistas institucionales y empresas estatales como el IGSS. Alguna proporción de bonos, especialmente los denominados en dólares, son adquiridos por inversionistas extranjeros. Para los bancos y sociedades financieras es buen negocio, las tasas de interés que ofrecen los bonos del tesoro son superiores a la tasa que pagan en la mayoría de las cuentas de ahorro y a la vista, sin el riesgo que conlleva dar crédito a empresas y particulares. Además, a diferencia de los préstamos, estos bonos son líquidos, pueden venderse fácilmente con módico descuento o usar como garantía para financiarse. Aun así, los bancos prefieren tener la mayor parte de sus activos en préstamos, porque son más rentables y diversificados.

Los bonos del tesoro son atractivos para el Gobierno y para los inversionistas, no tanto para los tributarios. La deuda pública de Guatemala crece a ritmo acelerado y consume una porción creciente del gasto estatal. Se adquiere deuda para pagar deuda. Si bien aún se desconoce precisamente a cuánto asciende, más de un tercio del presupuesto del Gobierno para 2021 será financiado con deuda. El economista James Buchanan hace referencia a la “dimensión moral” de la deuda pública; se traslada a una generación futura el pago de lo que gasta la generación presente. Además del impacto sobre la estructura del gasto público, uno de los principales efectos económicos es que la oferta de bonos del tesoro compite por los recursos disponibles en la economía para crédito e inversión.

Hay una enorme diferencia entre la deuda privada y la pública. La deuda privada la paga el interesado, y si no lo hace sufre las consecuencias. La deuda pública no la pagan los funcionarios que la adquieren, la trasladan a los demás, en un futuro lejano.

* Dr. Fritz Thomas, Ph.D., es Doctor en Economía por la Universidad Francisco Marroquín (UFM) de Guatemala y profesor de la misma casa de estudios.

El presente artículo fue publicado en Prensa Libre de Guatemala.

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