Fritz Thomas

Menos identidad y más aritmética – por Fritz Thomas

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Que Guatemala ocupara el penúltimo lugar en el continente en una evaluación estandarizada de lectura y matemáticas a estudiantes de 3º y 6º grado realizada por la Unesco ha causado revuelo; debe ser motivo de reflexión y es crudo indicador del estado de la educación en el país. En términos estadísticos, en promedio estos niños están literalmente en la cola inferior de competencias básicas, situación que es difícil revertir o remediar para esa generación, especialmente si la enseñanza es virtual. Estos datos se suman a otros indicadores, como los niveles de pobreza, desnutrición, acceso a servicios de salud y empleo productivo. Son espejos en los que se ve reflejada la imagen de la realidad; también es posible voltear la mirada y no ver.

En comentarios disfrazados de análisis sobre los males que aquejan al país se detecta una vena que asocia los problemas a una vasta conspiración. Una opinión publicada en días recientes, por ejemplo, sostiene que la pobreza y los resultados deplorables en educación se deben “al trabajo fino, la trama perversa… de la cúpula económica de carácter colonialista”. En esta cosmovisión, a cierto “sector económico” le conviene la pobreza y la ignorancia; usa su poder para mantener pobre a la gente e impedir que la población tenga acceso a la educación. Este discurso ya tendría que estar agotado en la discusión de propuestas.

El bajo nivel de cobertura y calidad del sistema de educación pública en Guatemala no es producto de una conspiración en la lucha de clases; es el resultado de un sistema capturado por grupos de interés, sindicatos, burocracia y la ingeniería ideológica. Es elitista; da todo el poder de decisión y control de recursos a “la oferta” —burocracia y sindicatos—, dejando sin poder a “la demanda” —familias y comunidades. La competencia y el poder de elegir del usuario es clave para producir calidad en cualquier sistema.

Invito al lector a visitar la página web del Ministerio de Educación y examinar el Curriculum Nacional Base (CNB) para los diferentes grados de nivel primario. Exhibe, derrama, cantidad de sobreingeniería y corrección política en detrimento de fundamentos y elementos básicos. Es tanta la atención que se brinda a “los cuatro pueblos” y las diferencias que definen a cada identidad, que es difícil rescatar la sencillez de la lectura, escritura y aritmética. Este, por ejemplo, es uno de los objetivos del CNB: “Formar capacidad de apropiación crítica y creativa del conocimiento de la ciencia y tecnología indígena y occidental a favor del rescate de la preservación del medio ambiente y del desarrollo integral sostenible”. Al parecer, hay una “ciencia indígena” y otra “occidental”; concepto eminentemente racista y anticientífico que, irónicamente, pretende promover la igualdad y la ciencia. El CNB está sobrecargado de conceptos de identidad y los temas de conflictividad social de moda, y esto se refleja también en los materiales educativos.

Las medidas adoptadas por la pandemia del covid han significado una tragedia irrecuperable para la educación de la niñez. Invito también a observar algunas de las lecciones de “Aprendo en casa”. Me persuade que es imprescindible reanudar las clases 100% presenciales cuanto antes. Es mayor el daño que causa a toda una generación no asistir a la escuela que lo que pueda provocar el covid.

El gran aparato burocrático-sindical del sistema educativo estatal se mantiene inmune a los deseos y preferencias de la población. Es necesario un giro Copérnico; abandonar el modelo centralizado de maquinaria de plazas y recuperar el arte de educar.

* Dr. Fritz Thomas, Ph.D., es Doctor en Economía por la Universidad Francisco Marroquín (UFM) de Guatemala y profesor de la misma casa de estudios.

El presente artículo fue publicado en Prensa Libre de Guatemala.

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