Fritz Thomas

Guatemala: Un ministerio kafkiano – por Fritz Thomas

Un artículo de Alejandro Gamero en La piedra de Sísifo explica el significado de la palabra “kafkiano”. En algunas ocasiones, dice el autor, la literatura tiene la suficiente fuerza como para pasar al lenguaje cotidiano; ocurre con el término kafkiano, que la RAE define para describir situaciones absurdas o angustiosas, innecesariamente complicadas o frustrantes, como puede ocurrir al verse obligado a sortear un laberinto de burocracia. Es un epónimo de las historias de Franz Kafka, quien “usa un tipo de lógica onírica para analizar las relaciones entre los sistemas arbitrarios de poder de las sociedades modernas y los individuos que están atrapados en ellos”. En una de sus historias, La metamorfosis, el protagonista Gregor Samsa despierta un día convertido en un insecto indefenso. Su novela El proceso es la historia de un hombre arrestado y procesado por una autoridad remota e inaccesible, sin que el protagonista o el lector alcancen a entender el delito que se le imputa. Recomiendo el video ¿Qué hace que algo sea kafkiano?, de Noah Tavlin.

Lejos están los días en que bastaba mostrar la cédula de vecindad para abrir una cuenta bancaria o efectuar un trámite. Guatemala pretende ser un país amigable a la producción y emprendimiento; en la práctica, se está convirtiendo en un formidable Estado regulador. Se multiplica la cantidad de reglas, requisitos, exigencias y formalismos para todo tipo de actividad, que crea una multiplicidad de instancias burocráticas con sus respectivos formularios, ventanillas y jefecitos convertidos en dictadorcitos. Es uno de los fenómenos que explica la preponderancia de la economía informal en el país.

El nombre del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) da a entender que esta organización se dedica a proteger y sanear el ambiente y recursos naturales. Nada más lejos de la realidad. Regla tras regla se convierte en un grosero titán burocrático capaz de clavar sus garras y roer los huesos de todo el cuerpo social. El MARN se dedica fundamentalmente a hacerle la vida difícil a todos, especialmente a quienes producen, mediante la emisión de reglas, requisitos, prohibiciones, cobro de licencias y multas. Ha creado toda una industria de expertos en “estudios de impacto ambiental” y tramitología, a quienes vende licencia y autoriza para actuar como intermediario en sus prácticas autoritarias y extorsivas. El “servicio” que presta el MARN es crear una larga cadena de trámites, requisitos, cobros y multas “ambientales”, ad absurdum. Más que proteger; controla y cobra.

Es alarmante su “Listado Taxativo de Proyectos, Obras, Industrias o Actividades, con la finalidad de crear la base técnico-descriptiva para categorizar los instrumentos ambientales predictivos y/o correctivos”; 90 páginas que categorizan todo tipo de actividad, productiva o simplemente existencial, para que los “expertos”, previa negociación de honorarios, identifiquen el laberinto burocrático de estudio y pago de licencia ambiental que corresponde. Además de proyectos, obras e industrias, es aplicable a “actividades”; es decir, a cualquier cosa.

El pasado 2 de diciembre, el MARN publicó un acuerdo para dar prórroga, hasta septiembre del 2024, para cumplir con sus requisitos. Si usted ya se asesoró con un experto autorizado, estará debidamente asustado del trámite y costo que enfrenta. Si no toma acción rápidamente, ya debe Q5 mil de multa, como mínimo. Quizás las más altas autoridades de los tres organismos de gobierno no se han percatado del monstruo que han creado, el daño y costos que supone, lo que dispone el MARN.

* Dr. Fritz Thomas, Ph.D., es Doctor en Economía por la Universidad Francisco Marroquín (UFM) de Guatemala y profesor de la misma casa de estudios.

El presente artículo fue publicado en Prensa Libre de Guatemala.

 

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