Fritz Thomas

Guatemala: ¿Usted es racista? – por Fritz Thomas

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El racismo es un tema difícil de abordar, tiene carga emocional que despierta fuertes pasiones y con demasiada facilidad se interpone en el diálogo razonable sobre problemas sociales. Actualmente es una muletilla retórica, la casi automática respuesta para explicar el origen de una variedad de problemas económicos y sociales, y particularmente de lo que pueda percibirse como injusticias. Es también un adjetivo descalificador de amplio uso; estar en desacuerdo con determinada idea, política, ley, causa u organización, puede provocar ser etiquetado como racista. “Usted es racista” es poner punto final a la discusión, aportar abrumadora evidencia, argumentos irrefutables, verdad inflexible, superioridad moral y no hay más que discutir. El tema del racismo también se ha interpuesto en el espectro ideológico y ocupa un lugar central en diferentes linajes del posmodernismo y la interseccionalidad; la lucha de clases se ha ampliado. A pesar de que la ciencia genética moderna demuestra que no hay tal cosa como razas puras y gran parte de la academia prefiere utilizar términos como grupos demográficos, geográficos, lingüísticos o étnicos, el concepto de razas persiste.

Es útil dividir el concepto de racismo en dos categorías generales; una que se refiere a la actitud de personas y otra de tipo institucional. La primera trata sobre la actitud y creencias que grupos o individuos puedan tener hacia otros que de alguna manera son diferentes. La segunda, racismo institucional, tiene que ver con la forma en que las leyes y costumbres en una sociedad dan trato diferente a personas o grupos, de acuerdo con su identidad, por no decir raza, etnia o género. Por mucho tiempo la igualdad ante la ley fue un anhelo político-social; en la mayoría de los países, el ordenamiento jurídico ha procurado erradicar el racismo institucional, al menos formalmente.

Hay varios índices que pretenden medir el grado de “tolerancia racial” en diferentes países, algo que presenta marcada dificultad metodológica, por la imprecisión del término racismo y porque, en general, los encuestados están conscientes de que el racismo está mal visto. El World Population Review, por ejemplo, publicó un “Indice de países menos racistas 2021”. Un esfuerzo conjunto de U.S. News & World Report, Grupo BAV y Wharton School, encuestó a 17 mil personas en 78 países para determinar la tolerancia racial de acuerdo con que manifestaran estar moderada o fuertemente de acuerdo con la siguiente afirmación: “Un país es más fuerte cuando es más racial y étnicamente diverso”. Holanda, Canadá y Nueva Zelanda ocupan los primeros tres lugares, seguido de Suecia, Dinamarca, Finlandia, Suiza y Noruega, que, curiosamente, no tienen mucha diversidad étnica o racial. Guatemala está en la posición 58 de 78, mientras que EE. UU. está entre los 10 “peores”, debajo incluso de China y Uzbekistán. Le doy poco crédito a este índice.

La demografía de Guatemala es diversa. ¿Hay racismo en el país? En términos de actitudes, creo que sí, y va en doble vía, que es alimentada tanto por costumbres como por proyectos ideológicos y políticos. Es paradójico, porque al menos desde hace un par de generaciones la actitud de no indígenas hacia indígenas ha dado un giro hacia mayor empatía y aspiración positiva, al tiempo que ha cobrado mayor protagonismo la conflictividad como arma ideológica y activista. En términos de la institucionalidad formal, pienso que el racismo ha sido erradicado en el país. La diversidad demográfica sigue siendo un reto; el progreso pacífico requiere potenciar el acceso a oportunidades.

* Dr. Fritz Thomas, Ph.D., es Doctor en Economía por la Universidad Francisco Marroquín (UFM) de Guatemala y profesor de la misma casa de estudios.

El presente artículo fue publicado en Prensa Libre de Guatemala.

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