Santos Mercado

Dos maneras de generar riqueza – por Santos Mercado *

Las viejas tribus salvajes aprendieron cómo enriquecer a su comunidad. Tenían que hacerse guerreros, hábiles en manejar el hacha, el caballo, la espada o el cañón, formar hombres dispuestos a morir por darle a su comunidad riqueza y honor. Planeaban el asalto y, en el momento adecuado, atacaban a la tribu elegida para masacrarla y despojarles de granos, animales y mujeres. Matar y saquear era la moda, la práctica común pues no se sabía otra manera.

Algunas tribus ya no se conformaron con los bienes robados, diseñaron planes para quedarse con territorios y someter a otras tribus mediante impuestos y entrega de vidas para guerras y nuevas conquistas.

En resumen, habían descubierto una forma de enriquecerse y prosperar: el camino violento, y la usaron durante miles de años (180,000años). De hecho, se sigue usando por las tribus modernas.

Pero llegó el momento de descubrir que hay otra forma de generar riqueza y que está exenta de violencia. En efecto, me refiero al quid pro quo, el intercambio libre y voluntario, el comercio, el mercado. Este ha sido el descubrimiento más importante de la humanidad. Marcó un parteaguas. No lo descubrió una tribu, ni un consejo de tribus, lo descubrió una persona, un individuo junto con otro de la tribu vecina.

La creación de riqueza ha sido motivo de estudio de tres milenios para acá, un rompecabezas de la humanidad que se está estudiándose desde hace 600 años con la Escuela de Salamanca y luego con la Escuela Austriaca de Economía hace 150 años.

Ciertamente los vikingos acumularon bienes, tierras y dominaron gran parte del globo terráqueo. Pero fue a costa de masacrar a otros y de impedir que el progreso alcanzara mejores niveles. Se formaba riqueza con el temor de que llegaran los salvajes y se llevaran todo.

Otros pensaban que la acumulación de oro hacia rico a un país, o que tuvieran muchos recursos naturales, también se equivocaron.

Carlos Marx pensaba que la riqueza se formaba en la producción. Una idea descabellada que la pudo comprobar Mao Tse Tung al obligar a su pueblo a producir miles de toneladas de un metal que no sirvió en absoluto. Para mejor prueba, fabrique usted un millón de zapatos sin que se preocupe por venderlos, verá que pronto alcanza la ruina.

Otros economistas decían que la riqueza se generaba en el trabajo del hombre. Pero póngase usted a barrer día y noche la banqueta de su casa y verá que no hay formación de riqueza, al contrario, genera pobreza porque se acaba la escoba, gasta sus energías y su tiempo.

Los fenicios, arameos y romanos se hicieron comerciantes, desarrollaron tecnología naviera, matemáticas, medicina y crearon las primeras universidades pero no construyeron la teoría de la riqueza, no desentrañaron las leyes de la economía y al no comprender por qué se hacían ricos, sucumbieron frente a otros pueblos bárbaros.

Hoy en día ya podemos decir que hay dos formas de hacer riqueza: Robando o vendiendo.
1. Robar mediante fraudes, extorsión, secuestros, cobros de piso, en las esquinas, en el transporte público o mediante impuestos de gobierno. Todos éstos entrañan violencia y deberíamos extinguirlos.
2. Mediante comercio. Actos de compra y venta. La bondad de este método es que no entraña violencia, se respeta la voluntad y decisión de las partes. Es la forma más civilizada de generar riqueza.

¿Existe otra manera de generar riqueza? Hay quien cree que en los Casinos se puede hacer millonario, otros esperan que les hereden una fortuna cuando se muera el abuelo y otros más compran billetes de lotería para soñar que se sacan el Premio Mayor, pero solo son ilusiones.

Vemos que mucha gente entra al juego del comercio y no se vuelven millonarios, pero tampoco se hacen más pobres. Sin embargo, aquellos que hacen intercambio de manera frecuente, repetitiva que se convierten en profesionales de ventas son los que empiezan a destacar sobre los demás. Propiamente a estos les llamamos “comerciantes” y éstos, nunca se mueren de hambre.

Por muy grande que hagan su fortuna estos comerciantes, ha de reconocerse que la hacen en buena lid, es decir, beneficiando a sus clientes y, por tanto, a la sociedad. No hay pecado o delito en esa fortuna. De hecho, ahora podemos decir que un pueblo es más rico en cuanto tenga más comerciantes.

* Dr. Santos Mercado Reyes Ph.D., es profesor de economía e investigador full-time de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de México.

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