Santos Mercado

Trueque, puerta a un mundo nuevo – por Santos Mercado*

Hace 20 mil años y más, todo era peregrinaje, hambrunas, violencia, masacres, epidemias y muerte. Los primates deambulaban de un lugar a otro para buscar fruto silvestre, no sabían cultivar nada, ni domesticar bestias salvajes, no nos distinguíamos de otros animales. Los primates aprendieron a caminar en dos pies y surgió el homus erectus; luego de mucha observación en miles de años, se dieron cuenta de leyes de causa y efecto y surgió el Homo Sapiens.

Los primates también aprendieron a agruparse, formaron familias y luego tribus con un orden social común: un jefe y el resto casi esclavos que debían obedecer al jefe o serían expulsados o eliminados. El jefe determinaba para dónde caminar, repartía tareas y decidía a quien repartir alimento.

Cientos, quizás miles de tribus salvajes poblaron este mundo, todas enemigas entre sí. Algunas fueron legendarias por su crueldad y salvajismo: mongoles, vikingos, aztecas y jefes o líderes sanguinarios como Gengis Kan, Ragnar Lodbrok, Cuauhtémoc. Su crueldad era la medida del honor, mientras más cuellos del enemigo cortaban, más prestigio y reconocimientos recibían. Comer el corazón del “enemigo” era prueba de poder.

Pero hace 20 mil años ocurrió un acto inédito, espontáneo. Un miembro (mujer) de una tribu se le ocurre acercarse a otra tribu y con señas le ofrece a una desconocida de otra tribu, un pescado pidiéndole algo a cambio. La otra entendió y le ofrece una porción de frijol. Hacen el intercambio y regresan felices a sus aldeas. Esto fue un paso importante en el desarrollo de la humanidad, casi un milagro de consecuencias insospechadas y apenas se ha convertido en objeto de estudio para hombres de ciencia de nuestro tiempo.

En efecto, surgió el trueque, el quid pro quo, el mercado, el comercio, se da voluntariamente algo a cambio de algo. Ese simple hecho fue un destello y el origen de la civilización. Sentaba el precedente de una nueva relación entre tribus quizás enemigas, entre personas desconocidas, era un salto de la humanidad. Demostraba que no tenían que usar la violencia, no era necesario matar al otro para obtener lo que querían. Analicemos con cuidado lo que entraña esa acción que parece muy simple:

1. Por primera vez una tribu lograba conseguir lo que tenía la otra tribu sin que mediara un acto salvaje de despojo. Nadie mató a nadie.

2. Hicieron el intercambio porque cada una sentía que valía mas lo que recibía que lo que daba.

3. Les produjo felicidad, alegría y contento.

4. Encontraron un método para transformar pescado en frijol, parecía magia, un milagro.

5. Ese acto rompía con toda una tradición de violencia de muchos siglos.

6. La tasa de intercambio fue el origen de los precios.

7. Quien cargaba el pescado lo estaba convirtiendo en capital; lo mismo que la poseedora del frijol.

8. Ese simple acto de intercambio libre y voluntario construyó un juego de suma positiva ya que los dos agentes sintieron que ganaban. Muy diferente a los saqueos, que eran juego de suma cero, es decir, lo que uno ganaba, el otro lo perdía.

9. El Quid pro Quo no lo realizaban los jefes o líderes, sino la gente común.

10. Aunque fue un acto único en medio de tanta gente y tantas tribus. Con el tiempo se fue multiplicando.

Algunas tribus, muy pocas, aprendieron el método, lo desarrollaron, guardaron las armas y se dedicaron al comercio. Ejemplo de ello fueron los fenicios, los cananeos y los mayas. Traficaban sal, especies, pieles, etc. Y claro, la prosperidad engendraba envidias y frecuentemente tenían el acecho y la invasión de tribus violentas para despojarlos.

Han pasado 22 mil años desde la primera acción de intercambio. ¿Ya aprendimos que solo el comercio genera riqueza y bienestar en los pueblos? Me temo que no. Basta recordar las invasiones hitlerianas, la revolución cubana, la revolución China de Mao Tse Tung y otras que han pretendido lograr prosperidad y riqueza fuera del comercio libre y voluntario y solo llevaron al desastre a sus pueblos. Bueno, algún día de algún siglo por venir aprenderemos, tengo confianza.

* Dr. Santos Mercado Reyes Ph.D., es profesor de economía e investigador full-time de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de México.

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