Con el descubrimiento del trueque, hace 20 mil años, la humanidad se enfrentó con dos maneras de hacer las cosas, dos formas diametralmente opuestas: soñar con ser tribu o vivir del comercio.
¿Qué pasaría si la humanidad nunca hubiera descubierto el trueque?.
Desde su origen, toda tribu ha tenido una organización política consistente en un jefe único y los demás subordinados, como si fueran esclavos.
Pensemos ahora cómo viviría y se desarrollaría una tribu que nunca hubiera descubierto el trueque. Hagamos una reflexión lógica.
Cuando la familia o tribu es pequeña, el padre puede proveer y gobernar casi todo, y lo que no puede, lo delega en su mujer. Pero la familia crece y se convierte en tribu.
Entonces el jefe ya no puede gobernar todo, no puede llevar comida para todos, ni hacer vestido para todos y tampoco encargarse de la vigilancia. Entonces este jefe nombra responsables y se forman ministerios o secretarías: ministerio de salud, vigilancia, secretaría de educación, etc. Estamos hablando ya de una tribu formada por millones de humanos. Todos tienen una tarea que cumplir, todos comen, todos visten, nadie es dueño de nada, no existe el dinero, no hay comercio, no existe la propiedad privada. Además, el líder convence a los hombres y mujeres para que estén dispuestos a sacrificar sus vidas para las guerras o proyectos que al líder se le ocurra realizar. Hasta pensarán que es un honor morir luchando contra otra tribu, cortar cuellos del enemigo o construir una gran muralla para protegerse de otros.
Algunas tribus lograrán verdaderas hazañas, como construir pirámides, palacios, carreteras, incluso lanzar satélites al espacio, colocar hombres en la luna o crearán ejércitos y armamento sofisticado para invadir grandes territorios y someter o reducir a cenizas a otras tribus. Piensan que bajo la organización de tribu o mafia, con el poder concentrado en un solo hombre, se pueden resolver todos los problemas y lograr grandes éxitos. El jefe, rey o monarca dispone de vidas y almas de toda la tribu.
Las tribus no se desarrollan igual, unas son más grandes y feroces. Es natural que una de ellas se convierte en la tribu principal que someterá a las más débiles. Esta es una característica de toda tribu: La propensión a crecer y dominar a las demás o desaparecerlas si consideran que no valen la pena y son un estorbo. Precisamente éste es el sueño de construir una aldea mundial con un solo líder, presidente, rey o mandatario.
Esto explica el odio entre tribus o incluso la violencia al interior de una tribu. Si dentro de la tribu surge un disidente que quiere desbancar al jefe y tomar el poder, tendrá que ser sometido, encarcelado, desterrado o, de plano, eliminado. Recordemos los casos de: Lin Piao muerto por Mao Tse Tung en China, León Trotsky muerto por José Stalin, Camilo Cienfuegos muerto por Fidel Castro, y muchos casos más. No caben en una tribu comunista dos cabezas que piensen y manden.
El líder único, teóricamente, se preocupará por sus súbditos y sus hijos y los organizará para que no falte el alimento, vestido, diversión, educación, etc. Sería como vivir en una gran aldea próspera.
Una vez alcanzado el punto de una sola tribu a nivel mundial, suponen que ya no se necesitará un ejército salvo para someter a los inconformes o rebeldes. También es posible reducir a cero a la disidencia, pues con el control total de la educación, a todos se les puede formar una conciencia única, un pensamiento único para que nadie aspire o piense diferente al líder. Para eso formará cuerpos de adoctrinamiento, escuelas y universidades del gobierno, y construirá cuerpos de inteligencia y vigilancia que tengan la información de todos y cada uno de los ciudadanos.
La aldea mundial, gobernada por un líder o partido único, fue el sueño de León Trotsky, Adolfo Hitler y ahora por el Foro de Sao Paulo. Podrían eliminar la incertidumbre y calcular con certeza. Si la aldea mundial tiene, digamos, 1.300 millones de habitantes, entonces se deben producir 650 millones de kilogramos de tortillas para que cada habitante disfrute de medio Kg al día y así, todo bien programado.
Esta filosofía de llegar a la tribu única en aldea mundial es compatible con las izquierdas de nuestro tiempo y piensan que debe ser el camino de la humanidad. Es cierto que mucho tiempo la humanidad solo vivió ese esquema de organización centralizada. Un mundo sin propiedad privada, ni competencia, ni negocios personales y dónde había una igualdad precaria entre los hombres. Fueron tiempos donde los individuos, como tomadores de decisiones, no existían.
Surgieron filósofos y políticos como Platón, Marx, Vladimir I. Lenin, Hitler, Stalin, Trotsky, Castro, Chávez, Obrador o Bernie Sanders para impulsar ese sistema fantástico sin reconocer que hay otras alternativas.
El primer golpe contra este sueño de comuna tribal fue el descubrimiento del intercambio libre y voluntario, la iniciativa privada, el dinero, el lucro, la propiedad privada y hoy mismo la tecnología digital donde es posible conocer mejores ideas para no seguir repitiendo los mismos fracasos.
El desarrollo de la sociedad no es lineal, sufre altas y bajas. Lenin decía “un paso adelante y dos atrás” pero, a veces ocurre un paso atrás y dos adelante. Con el tiempo, espero, la gente llegará a la conclusión de que no vendrá un mesías a salvarnos, no es la organización tribal, hoy conocida como socialismo, como se logra un mundo mejor. Hay mejores rutas a la prosperidad.
* Dr. Santos Mercado Reyes Ph.D., es profesor de economía e investigador full-time de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de México.
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